Theresa Zabell

medallista olímpica

Theresa Zabell

Theresa Zabell Lucas tomó su primer contacto con el mar con tan solo unos meses, cuando la familia Zabell se trasladó a Canarias desde Inglaterra en un crucero por motivos profesionales del cabeza de familia.

Al poco tiempo, los Zabell fijaron su residencia en Fuengirola (Málaga) y fue allí donde Theresa, con tan solo diez años se embarcó por primera vez en un barco de vela. Cuatro años más tarde ya era casi una experta en la Clase Europa, donde llegó a conquistar el Mundial de la clase en La Rochelle en 1985. Comenzó su carrera olímpica cuando una injusta decisión federativa la dejó fuera de los Juegos de Seúl 88, a pesar de haberse ganado la clasificación.

Theresa pensó en dejarlo todo y estuvo un año viviendo en Inglaterra desconectada de la vela, pero animada por su familia decidió probar una vez más la aventura olímpica en los Juegos de Barcelona 92. A partir de ahí, dos medallas de oro olímpicas (Barcelona 92 con Patricia Guerra y Atlanta 96 con Begoña Vía-Dufresne), cinco campeonatos del mundo y tres de Europa adornan el palmarés deportivo más laureado de la vela española, el que también figuran 12 campeonatos de España y el reconocimiento como Mejor Regatista del Mundo por la Federación Internacional.

Actualmente, Zabell preside la Fundación Eco mar, organización que ella misma ha puesto en marcha para concienciar a los niños en el respeto del Medio Ambiente marino. Desde 2007 es vicepresidenta primera del Comité Olímpico Español, siendo la primera mujer en ocupar dicho cargo.

El Ser Creativo

Todas las personas tenemos ideas con las que nos identificamos, por las que estamos dispuestos a invertir nuestra energía y asumir riesgos. Aprendemos mejor desarrollando ideas propias que ajenas porque estamos comprometidos con ellas de partida.

Desde pequeña me imaginaba en el plano deportivo. Recuerdo de una manera nítida el día en el que soñé que quería ser deportista de élite y campeona olímpica. Yo tenía 11 años y estaba en Inglaterra, en casa de unos amigos de mis familia. Veía al padre frente al televisor prestando mucha atención, así que le pregunté qué estaba viendo y me explicó qué eran los Juegos Olímpicos de Montreal (1976). A partir de ese día, yo era la que estaba pegada a la caja tonta junto a él, soñando con los participar en una cita olímpica.

En aquella época competía en atletismo y jugaba al baloncesto. Aún no practicaba la vela, pero soñaba con ser una de las personas que se subía a lo más alto del pódium. Ese fue mi sueño, desde ese día hasta que se hizo realidad.

El Ser Emprendedor

Aprendemos mejor si tomamos por nosotros mismos decisiones de riesgo para llevar nuestras ideas a la acción. El emprendimiento no es un campo de conocimiento, sino un rasgo de personalidad.

Crecí en un pueblo de costa y desde pequeña había visto a los barcos navegar. En España no había mucha tradición por la vela porque, a pesar ser un país con más de 7.000 kilómetros de litoral, pocas personas navegan. Siempre me habían atraído mucho los deportes náuticos, como la vela, pero nunca había encontrado cómo practicarlos.

Mis padres no son del mundo de los deportes náuticos ni habían tenido la posibilidad de acercarme, pero tuve la suerte de que en Fuengirola se abrió un club náutico. Me apunté a un curso y todo fueron facilidades para que empezara a competir, donde empecé a despuntar y hasta conseguir un barco lo suficientemente bueno con el que aspirar a ser campeona de España.

Y empecé a competir en el ámbito internacional. Las primeras regatas no fueron con la federación porque no había vela olímpica femenina y no estábamos dentro del plan de alta competición. Años después, gracias a la intervención de muchas personas, entre ellos Juan Antonio Samaranch, se incluyó y logré ir a unos Juegos Olímpicos.

No era simplemente ir, puedes debía conseguir un barco que costaba bastante dinero, a la par que estudiaba la carrera universitaria, trabajando y entrenando al mismo tiempo… Además, para dar el salto a la Clase Olímpica tuve que mudarme a Barcelona, algo que en mi tierra no lo entendieron… Pero tenía muy claro que si quería prosperar, aquel era el camino que tenía que seguir.

Cuando empecé a navegar en vela olímpica y se concedieron los Juegos Olímpicos a Barcelona, vi la oportunidad económica, de estudios y de trabajo, y decidí que me tenía que mudar a Barcelona, pues no había nadie contra quien medirme en Andalucía ni entrenadores preparados para continuar con mis entrenamientos.
Todo podía haber sido mucho más fácil, pero no fue así y tuve que adaptarme a las circunstancias y a la sociedad que nos tocaba vivir en aquel momento. Pero al final, el tiempo me dio la razón y logré alcanzar mis objetivos.

En mi casa me animaron mucho, pero en mi club no les gustó la idea porque no acabaron de entender que era por el bien de todos. Llegaron a retirarme el apoyo e, incluso, estuve navegando con licencia independiente durante varios años porque no sentía los colores de otros clubes que se me ofrecían. Un par de años antes, gracias al apoyo de un club de Málaga pude sacar la licencia, que sigo manteniendo a día de hoy.

En aquella época viví dos etapas que marcaron mi trayectoria deportiva. En un primer momento quise ir a los juegos de Seúl en 1988 pero la federación decidió que fuera otra persona y para mi fue un duro revés. De ese tipo de decisiones sólo te queda aprender y tirar para adelante. Cuatro años más tarde venían los juegos de Barcelona, mi única oportunidad de competir en unas olimpiadas en mi país. En la siguiente selección no tenía que ganar, tenía que arrasar. Y así fue.

El Ser Social

Aprendemos mejor si mostramos a los demás el resultado de nuestro proyecto, porque el feedback social a nuestra idea inicial refleja una información valiosísima para aprender y mejorar.

Todas las mujeres de mi época fuimos pioneras. No íbamos siguiendo las directrices de nadie porque nadie lo había hecho antes que nosotras. Era abrir el camino e ir inventando, algo que las que han venido detrás han continuado evolucionando más adelante.

El primer barco que se eligió para las Olimpiada fue el 470, en el que navegué yo. Una nave que era exactamente igual para hombres y para mujeres. La primera vez que intentamos navegar fue complicadísimo, porque las velas eran demasiado grandes, el palo era demasiado duro… Pero fuimos adquiriendo más técnica y superando las barreras. Al principio era muy complicado, pero poco a poco logramos doblegar la adversidad.

Mi abuelo me influyó y me animó mucho. Somos 6 hermanos, de los cuáles 4 son chicos. Yo siempre quería estar cerca de ellos, pero cuando no estaba a su altura me cogía un rebote importante… Y ahí estaba siempre mi abuelo, animándome: “Tú demuestra lo que vales, que eres la Zabell”. En el primer campeonato de España que gané recuerdo que me dijo: “El más orgulloso soy yo. Sabía que ibas a ganar, porque tu eres la Zabell”.

Además de mi abuelo, un gran referente para mí, Don Lucas, un profesor de Educación Física del colegio, fue una de las personas que me hizo cogerle tanto cariño al deporte. Era un profesor de los de antes, que nos dio el recorrido de todo, nos enseñó atletismo, baloncesto, balonmano… Era estricto. A él le voy a recordar siempre por esa inmersión que nos hizo en el deporte y los valores que nos fue inculcando.

El Ser Interior

Aprender a reflexionar y a leer en nuestro interior con autenticidad es el camino al autoconocimiento y al desarrollo personal.

Creo que dentro de todos los deportistas hay una combinación de talento y esfuerzo. Nunca me he considerado una persona de un talento extraordinario, pero sí que me considerado alguien de una dedicación grande.

En la reflexión surge sobre todo el agradecimiento de que tu sueño de pequeña se haya cumplido y, además, por partida doble. En los dos Juegos Olímpicos en lo que competí me subí a lo más alto del cajón, así que más no puedo pedir… Gané 5 mundiales, 3 europeos, 14 semanas olímpicas internacionales…
Evidentemente nada es casualidad. Todo es fruto del trabajo, de la planificación… Pero también es cierto que conozco a mucha gente que ha soñado, ha trabajado, ha planificado y se ha retirado tras 20 años de carrera profesional deportiva sin haber ganado nada.

Yo tengo además la enorme suerte de haber acabado mi carrera educativa, deportiva y, además, contar con una familia… Lo mínimo que puedo hacer es devolver algo de todo lo que el mar y el deporte me ha dado. Nunca me he visto fundando una escuela de vela, así que cree la Fundación Ecomar, cuyo objetivo es educar y concienciar, especialmente a los niños, en el cuidado, respeto y conservación de nuestro planeta a través de programas de convivencia practicando los deportes náuticos.

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